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El futuro de las operaciones industriales: de la automatización a la autonomía



El futuro de las operaciones industriales: de la automatización a la autonomía





Los tres pilares tecnológicos: automatización definida por software, inteligencia artificial industrial y robótica.




El futuro de las operaciones industriales, de acuerdo con Rockwell Automation, significa: fábricas que aprenden, se adaptan y toman decisiones de manera autónoma, apoyadas en arquitecturas definidas por software, inteligencia artificial (IA) y robótica avanzada.



Blake Moret, presidente y CEO de la empresa, abrió la conversación con una idea que enmarcó todo el mensaje: “El trabajo en manufactura importa. Importa cuando llega el momento de empacar alimentos, de asegurar agua limpia, de llevar medicinas que nos ayuden a vivir más tiempo y con mejor salud, y de producir la energía que contribuye directamente a nuestro nivel de vida”. El futuro de las operaciones industriales, subrayó en el marco de Automation Fair 2025 en Chicago, no es sólo un tema de productividad: es una cuestión de bienestar y de “bien mayor”.



Moret reconoció que la automatización actual es compleja, con arquitecturas heterogéneas y sistemas dispares. El reto es simplificar esa complejidad sin renunciar a la sofisticación tecnológica. Para ello, Rockwell anunció inversiones por 2 mil millones de dólares en los próximos cinco años en talento e infraestructura digital, así como la construcción de una planta greenfield de un millón de pies cuadrados en Wisconsin para orquestar tecnología y capacidades humanas en un solo ecosistema. “Estamos poniendo nuestro dinero donde ponemos nuestras palabras”, enfatizó.




De la automatización a la autonomía



En el futuro, que ya es hoy, el hilo conductor es el salto conceptual de la automatización a la autonomía. Para Blake Moret, la clave de este viaje es que los sistemas aprendan y se adapten a lo largo de su ciclo de vida: “En ese camino de la automatización a la autonomía, lo clave es adaptarse y aprender; los sistemas pueden ser aún más eficientes a lo largo de su ciclo de vida, más allá del primer día en que se ponen en marcha”.



Ejemplos ya existentes se encuentran con aplicaciones concretas de IA y control avanzado en el uso de modelos predictivos y herramientas para mantenimiento preventivo en todas las industrias, con el fin de reducir consumo de energía y mejorar el retorno de inversión. En logística interna en fábricas, robots móviles autónomos ya optimizan recorridos, liberan espacio en planta y conectan líneas de producción con muelles de carga.




Arquitecturas definidas por software: simplificar lo complejo



Cyril Perducat, director de Tecnología, llevó el discurso al nivel arquitectónico. Planteó un futuro en el que los equipos operan de forma autónoma dentro de sistemas de producción altamente orquestados: la demanda se pronostica, la producción se programa considerando materiales disponibles, los robots móviles autónomos alimentan las líneas justo a tiempo y el movimiento inteligente lleva el producto desde el ensamble hasta el empaque, mientras los datos contextualizados viajan de manera segura hacia la nube para habilitar sistemas analíticos avanzados.



En ese contexto, Perducat indicó que “el mundo está cambiando muy, muy rápido, la tecnología evoluciona rápidamente, pero ustedes siguen teniendo que cumplir con la misma exigencia: el producto correcto, en el momento correcto y con la calidad correcta”. La respuesta, dijo, pasa por tres pilares tecnológicos que ya están disponibles: automatización definida por software, inteligencia artificial industrial y robótica.



Para Rockwell Automation, la automatización definida por software no significa declarar irrelevante al hardware, sino desacoplar el diseño de la aplicación de las decisiones físicas, manteniendo controladores potentes, redes robustas e interfaces inteligentes, pero orquestadas desde una capa de software común. “No se trata de añadir una ‘capa de IA’ a la automatización, se trata de reinventar lo que hemos hecho durante décadas y pasar del negocio de la automatización al negocio de la autonomía”, señaló Perducat.



Ese enfoque permite diseñar sistemas que se autoorganizan y se autooptimizan, definidos desde el software, pero centrados en las personas con experiencias adaptadas al nivel de experiencia del usuario, interfaces naturales con interacción por voz o chat, y agentes de IA que transforman datos en decisiones ejecutables. “Al final, lo que importa es cerrar el ciclo, transformar una información en una acción, eso es lo que creará sistemas verdaderamente autónomos”, resumió.



IA pragmática y robótica como encarnación física de la inteligencia



Para Matheus Bulho, vicepresidente de Software y Centro, la robótica cierra el triángulo tecnológico: movimiento de alta velocidad, transporte magnético inteligente y vehículos móviles autónomos, coordinados por software para convertir la logística interna en un sistema dinámico y adaptable. En este sentido, los robots se convierten también en sensores móviles que capturan datos de seguridad, activos y condiciones operativas a lo largo de la planta. Así, “pueden empezar a construir hoy el futuro de la autonomía: sistemas más ágiles, más resilientes y con una fuerza laboral (humana) mucho más empoderada”.



Decisiones tecnológicas que definen la próxima década



El futuro de las operaciones industriales es una curva de adopción que ya inició. La autonomía industrial no se construye con una sola tecnología, ni con un proyecto aislado, sino con decisiones arquitectónicas de socios y de talento humano, lo cual marcará la competitividad de las fábricas en los próximos años.



Para lo anterior, se propone un camino: simplificar la automatización a través de arquitecturas definidas por software, incorporar IA de manera pragmática donde genera valor medible y aprovechar la robótica como encarnación física de esa inteligencia. El resultado, si se ejecuta bien, será un ecosistema industrial capaz de anticipar, adaptarse y mejorar continuamente, al servicio tanto de la rentabilidad de las empresas como del bienestar de la sociedad que depende de lo que la industria produce todos los días.
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