Un alegre grupo de turistas extranjeros que disfrutaban de la magia de México tuvieron un ligero percance que les hizo dudar sobre la capacidad de México para cuidar a sus visitantes.
Todo inicio esa fatídica mañana del 13 de julio cuando en cumplimiento al plan turístico de su agente de viajes abordaron un autobús con las letras ODA en su costado, con el propósito de visitar la ciudad colonial de Taxco, Guerrero. Con mucho animo enfilaron hacia la autopista del Sol para lo cual se trasladaban por la calzada de Tlalpan, pero conforme veían pasar las estaciones del metro por la ventana algunos integrantes del grupo estaban presentando mareos, y es que el olor a cloro en la unidad era bastante notorio.
Fue cuando se iban incorporando al Viaducto Tlalpan cuando ya muchos presentaban mareos y otros síntomas, por lo que el operador se orillo a la orilla para ver que estaba pasando, cabe mencionar que entre sus pasajeros estaban personas de la tercera edad y un infante de dos ciclos planetarios de edad.
Ante el susto llamarón al escuadrón de emergencias de la Ciudad de México, quienes de forma presurosa y atenta atendieron delicadamente a todos los que manifestaron necesitar ayuda. Uno de los rescatistas del Escuadrón de Rescate y Urgencias Médicas (ERUM) de la Secretaría de Seguridad Ciudadana (SSC), interrogo a l operador, donde salió el dato que la empresa Ómnibus del Alba, para prestar un servicio de excelencia, limpia a profundidad cada autobús, usando diferentes sustancia químicas, entre ella el cloro. El problema es que la unidad no tuvo el suficiente tiempo de secado por lo que prevalecía aun el olor.
Después de un rato en que ningún pasajero presento malestar y que el autobús se ventilo quedando libre de olores penetrantes, todos sonrieron y agarraron camino para Taxco, ya que el tianguis de la plata los esperaba.