Todavía en los 80 alcanzamos a hacer algunos viajes en tren a Oaxaca, una aventura de mas de doce horas, donde ibas en bancas de madera, dormías como podías y la comida provenía de vendedores ambulantes que subían en las interminables paradas.
En los 90 corrió por última vez el tren en su último grito desesperado en la ruta a Monterrey, cuando se quiso hacer de alta velocidad y electrificado