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El buscarril... ¡existe! Esta en Bolivia



A las 7 de la mañana salí del hotel con todo mi equipaje y tomé un taxi. Le dije al chofer "voy a la estación de abajo, desde donde sale el buscarril". Y después de un rato de andar, allí llegué. Me dejó en el paso a nivel por donde había pasado el día anterior en el bus. Esta era la estación El Tejar (claro, la página web de FCA que dice "buscarril Potosí-Sucre", en ningún momento nombra "El Tejar"). A las 8 AM estaba pautada la salida según la web y todo venía encaminado para que así fuese.

Cuando llegué al andén, ya ansioso por la situación de haber muchos pasajeros con copioso equipaje, hice la cola para sacar boleto. El buscarril se hallaba detenido mirando hacia Potosí. Era un llamado a la aventura ese Mercedes Benz adaptado a la métrica. ¡qué groso estar aquí por fin!


Me preocupaba ver que ya casi no había lugar, pero viajaría de todas formas, aunque sea en el pasillo. Y aquí pasó algo increíble: tras presentarme con el jefe de estación (y boletero) Don Roberto Sunagua, le comenté el motivo de mi visita a lo que respondió "bien, llegaste justo porque quedan tres asientos" y acto seguido me pasa una planilla con la planta del ferrobus y me dice "poné tu apellido en el que quieras" y mis ojos se fueron derecho hacia adelante: ¡el asiento del acompañante era parte de las opciones, y estaba vacío! (era el numero 25). Y allí sellé mi apellido, feliz de que a nadie se le hubiese ocurrido hacerlo antes.

Sabiendo que viajaría de acompañante, le pregunté al jefe de estación el nombre del conductor; "Basilio se iama". También le pedí permiso para dejar mi mochila en la sala de espera y buscarla a la noche o al día siguiente, dependiendo de lo que se diera en el viaje, a lo que respondió que no había problema. Con tanta emoción olvidé pagarle el pasaje, pero me lo hizo notar amablemente segundos después.

Superado el tema administrativo, me arrimé al buscarril (que ya estaba detenido con la particularidad de tener la puerta de acceso del lado contrario al andén) y allí estaba mi asiento 25 esperándome para tener la mejor vista panorámica posible en un viaje por la montaña. Mientras subían otras personas Basilio y Carlos cargaban pan y comestibles que eran despachados a modo de encomienda para algunos pueblos del interior (similar a lo que ocurre en la ex SEFECHA).

A los pocos minutos ya entablé conversación con Basilio y con Carlos -este último, ayudante y guarda- con quien hicimos muy buena onda. Y enseguida nos pusimos en marcha. Atravesamos los raquíticos cambios de playa e iniciamos nuestro viaje rumbo sur por vía sencilla, por unos tramos llenos de barro producto del paso de autos particulares por esos sectores.

Atravesando algunos puentes y alcantarillas avanzamos a buen ritmo para devorar los 175 kilómetros que separan El Tejar de la estación potosina. El ascenso de pasajeros -como era de esperar- se daba en cualquier paso a nivel o sector poblado que atravesamos, mientras por otro lado, por algunas estaciones directamente pasaríamos de largo, ubicando al buscarril en la gama de servicios de ómnibus más que en el ferroviario. Se podría decir que es un verdadero servicio de ómnibus con tarifa social que utiliza las vías por aprovechamiento de la infraestructura existente.

Pero no es tan sencillo el tema. Esta vía en gran parte de su recorrido atraviesa zonas desconectadas de los caminos carreteros. Según me comentaba Carlos, algunas veces se han quedado (por rotura de motor, por ejemplo) y demoraron muchas horas en recibir auxilio. Incluso una vez durmieron con todos los pasajeros arriba hasta la llegada de asistencia mecánica al día siguiente. ¡Que bueno! (para los aventureros)

Noté que la vía se hallaba en buen estado. Basilio me comentaba que al no haber tráfico de cargas, ésta se mantiene mucho mejor. También me comentó que si bien hay una cuadrilla trabajando desde ambas puntas del recorrido, la exigencia de mantenimiento del buscarril es mucho menor y se pasan por alto algunas reparaciones que serían imprescindibles si hubiese tráfico de trenes de escala real. El buscarril, yendo a unos 40 ó 50 km/h va muy cómodo con las vías así como están. Es muy estable y su andar sumamente armonioso.

Cuando cruzamos el río Pilcomayo, nos mantuvimos en el margen derecho del mismo por largo rato, haciendo singulares rodeos por la montaña para ganar o perder altura. Esta línea cuenta con unos sistemas de ascenso del tipo zig zag pero con la diferencia de que sus extremos en vez de ser cambios de vía y vía de escape, se componen por una gran curva cerrada de más de 180° (se asemeja a una rotonda) que le permite al tren volver sobre sus pasos y seguir subiendo o bajando dependiendo del caso.

Entre infinidad de curvas pasamos por la estación Yotala, cuya población es un pequeño caserío. Me comentaba Basilio que estábamos ascendiendo hacia La Cumbre, que es el punto más alto del ramal desde donde comenzaremos la bajada hacia Potosí. Luego de pasar por Est. Calvar y antes de llegar a Higueras, predominaron los rulos de 180° que comenté más arriba y que en parte habían sido uno de los motivos de mi visita a este ramal, ya que los había visto en el Google Earth y quedé fascinado con ellos.

mas fotos en el blog Satélite Ferroviarios
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