Es hora de ir a la playa más tranquila y cercana, Bucerias, en la Rivera Nayarit; para lo cual emprendemos una estrategia diferente desde el inicio, viajar de incógnitos....
Primero compramos dos boletos por la aplicación para android, la cosa fluye bien, en unas parte lenta pero logramos imprimir directo del teléfono dos boletos con descuento d ela tercera edad.
El segundo paso es ir a taquilla a adquirir dos boletos mas, uno con descuento para menor y otro normal para estudiante.
El paso más arriesgado es adquirir dos más ya próximos a la salida, ambos de adulto.
El resultado, como era de esperarse es tres parejas de asientos que no estaban juntos; pero todos fueron compras exitosas y sin contratiempos.
El día de abordar la salita de Primera Plus en la Central del Norte luce atascada, como siempre, sigue siendo extraño que en una central tan grande ellos tengan tan poco espacio asignado cuando son los que mas corridas tienen.
Al pasar a andenes hay que superar un filtro de seguridad, que ya tiene mejores modales pero aun no son del todo convincentes sus modos, en especial para el manejo de mochilas con equipo electrónico sensible.
En el anden todo es igual que siempre, nadie anuncia las salidas, ni siquiera a gritos, todo mundo tiene que andar buscando su autobús, y como hay varias salidas a los mismos destinos la confusión reina; y no es temporada alta. Mi felicidad empieza al ver varios Irizar i8 formados, pero ninguno es, sniff.
Luego de nuevo la esperanza, uno de los únicos diez 9800 se estaciona con el letrero de Puerto Vallarta, estupendo, probare uno de los modelos más raros en el grupo Flecha Amarilla, así que me apersono con el maletero para cargar, claro, después de que fui ignorado reiteradas veces por la chica del carrito sandwichero.
De pronto la guerita voltea toda rabiosa y me grita, me saca de mi concentración y pierdo el resultado d ela integral que estaba resolviendo mentalmente, ella vuelve a gritar y medio le entiendo lo que quiere decir, me pregunta por mis boletos, así que se lo enseño; ella lo examina y dice aquí no existe ninguna corrida de las 21:15 y nunca ha existida. Me deja atónito, le insisto, ella dice que no a grito pelado; a lo mejor es la dueña del 9800 y no le gusto para ser su pasajero. De ahí nadie la saca; otra chica me dice que el mio debe de decir Nuevo Vallarta, me queda claro, Puerto Vallarta es una gran ciudad, mientras que Nuevo Vallarta es un lugar de más clase y categoría, así que deben de darme un mejor autobús y trato. Digo, el precio no es nada barato y somos seis personas.
La guerita gritona continua en su asunto de maltratar a sus pasajeros que son dignos de viajar en el 9800. A mi nadie me dice donde esta mi autobús así que decido ponerme a jugar Candy Crush. En eso mi niña de solo 8 años me llama, ella ya encentro la unidad que nos toca y me lleva a la puerta.
La chica de este nuevo carrito sandwichero se ve de mejor humor y después de sacarse de onda con la variedad de mis boletos me tomo el tiempo para presentarle a todos y decirle quien es cada quien en cada boleto. Todo bien, nos da unos lunch box muy bien surtidos a todos, agua y otra bebida, manzana, barra energética y cuernito con jamón.
Pero, siempre hay un pero, espero cargado de maletas un rato a que algún maletero deje de platicar de fútbol con todos los demás y se digne recibirnos el equipaje, claro con su respectiva exigencia de propina, como no le di el aventó mis mochilas. Lo bueno es que ahí no puse ninguna obra de arte o articulo frágil.
Ya en el autobús, un PB propulsado por Scania que denota ya muchos años trabajando, pero que tiene pantallas individuales de gran tamaño, descansapiernas de tamaño completo, enchufes eléctricos, cinturones de seguridad, portavasos, asientos individuales, dos baños, luz de lectura y wifi funcional.
En ese momento le tomo fotos a mis hijos de su felicidad por ir a las playas, claro que con cámara profesional, los celulares son solo equipos de comunicación; pero un maletero que no tiene ganas de trabajar pero si de meterse donde no le importa me denuncia con un fragil elemento de seguridad, que para darle gusto me llama la atención; amablemente le indico que haga su trabajo y me deje tomarme las selfies que se me pegue la gana. El maletero pone cara de pandillero frustrado y consulta la bitácora de pasajeros.
Salimos de la central pero siento que falto algo, claro!!! el operador omitió presentarse, ya me tenían acostumbrado a ese bonito detalle en Primera Plus.
En el camino, como voy en el asiento dos veo todo normal, la mampara pintada de negro para que nadie perturbe la concentración del operador, el aire acondicionado fluyendo, las pantallas con la última película de Star Wars(la infumable de la chica Jedi) afortunadamente tiene dos de James Bond, Battleship y Frozen.
Es después de un rato que debo dar mi rondin al baño, es ahí donde noto una extraña corriente de aire, frió y constante hasta atrás de la unidad, justo enfrente de la mampara trasera, apresuro mi visita al sanitario, por cierto siempre que caminen por un autobús en movimiento vayan bien aferrados a lo que puedan, una maniobra inesperada puede ocasionarles golpes diversos. Al salir del baño me detengo para averiguar porque esa corriente tan inusual de aire frió, al observar el techo descubro algo increíble, mis ojos no dan crédito, el autobús lleva como tres horas en camino y nadie se había percatado que una puerta que tiene en el techo a modo de claraboya, va abierta!!!
Mi inexperiencia en el tema y mi pequeña estatura, 1.80, me complica cerrarla, pero lo logro y ahora todos pueden ir tranquilos, pero nadie dice gracias. La vida es ingrata.
Me llama la atención la dureza de la suspensión del chasis Scania, a ratos pareciera que vamos por terraceria, en especial en el tramo en que se atraviesa Guadalajara justo antes de la terminal de Zapopan. Todo bache e imperfección es comunicada a los pasajeros. Lo bueno es que la carrocería no muestra ruidos asociados al maltrato de la suspensión.
La parada de Peñitas es rápida, ahí veo que ya va otro operador al volante, uno más amable. En Mescales para en plena banqueta, dice que por las obras de un puente no puede entrar a la terminal. La llegada a Nuevo Vallarta es justo a tiempo y el operador nos despide con una sonrisa, no se inmuta de las doce fotos que le tomo a su autobús y a la terminal.
En conclusión me sigue gustando viajar en Primera Plus, uno sabe justo lo que se va a encontrar y a excepción de la central del norte, el trato de todos los integrantes de la línea siempre es muy amable.
México Norte es la que más gente mueve en menos tiempo pero eso no es excusa para tanto maltrato de la mayoría de los empleados ahí.