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Viajando en Flecha Roja



Para que pagar mas si se puede pagar menos, eso pensó un grupo de cinco personas una mañana muy temprano en observatorio, como un club de tacaños decidieron ahorrar unos pesos y subirse al Flecha Roja a Toluca, en fin es solo una hora y los diez pesos bien pueden servir para un tamal. De nada les sirvió la recomendación de ir en Caminante Plus.

Ahí van a la taquilla donde expenden tickets a granel sin ningún gesto, sin ninguna sonrisa, solo maquinas expendedoras que ni siquiera preguntan a donde se va ni la hora, todo es obvio en la taquilla, todo mundo a Toluca en el más próximo, ni avisan la hora ni les interesa en lo más mínimo la opinión del cliente.

En la horrible terminal de Observatorio traspasan una reja y en los andenes alguien señala el que sigue, alguien mas recorta boletos con una expresión de nada y nada dice; al subir se sienta uno donde puede, el mejor estilo urbano en acción. Pum se llena el autobús y se va, y empiezan con el que sigue, rutina eterna, aburrida, inexorable.

Los asientos muy pegados, no tan limpios pero al menos hay algunas pantallas donde alguna película sin identificar ya lleva rato en curso, no hay baño, nadie lo extraña.

La única diferencia que el grupo marco fue la solicitud de meter sus maletas en la cajuela, pero no hay contraseñas, no hay listas de equipaje, de hecho solo les abren la cajuela y ellos deben de colocar su equipaje como puedan y después abordar para alcanzar asientos.

Camino con trafico, mucho mas tiempo saliendo de la ciudad de México que en la carretera, otro largo trayecto en el trafico de Toluca.  Nada que relatar, mucho ruido de motor, mucho manejo temerario en el trafico; asientos duros.

Llegar a la terminal de Toluca, un monolito gris sin gracia, sin clase, sin nada relevante. Pero llega el momento en que todo se vuelve caótico; antes de ir a la cajuela por las maletas el autobús se arranca para ir a otra parte de la central, cinco personas corren detrás de el, el operador no los ve, siguen corriendo arriesgando sus vidas entre los autobuses. Llega el momento en que se detiene y el operador se sobresalta, alguien le toca la puerta, incrédulo accede a abrir la cajuela y el grupo recupera su equipaje; solo dice que como nadie pone nada ahí el ya esta acostumbrado a que baja el ultimo pasajero y arranca velozmente.

¿Habra aprendido la lección el grupo? 
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