Una tarde de noviembre mientras la luna se encontraba llena ella se fue en un autobús con rumbo desconocido, solo la había observado un segundo pero fue suficiente para saber que el destino me indicaba que me perderia en sus ojos por todas las eternidades; estaba tan embobado que no me percate que el omnibus se marcho de la pequeña terminal, mientras levantaba polvo por la avenida principal del pueblo empeze a sentir el abandono, la inmensa soledad inundo mi alma como si hubiera estado solo los últimos 24 años, curioso porque esa era mi edad. Despues de parpadear por tercera vez reaccione, acudi presuroso a la taquilla de madera a preguntar a Valentina, la taquillera, a donde se iba el camión de la tarde que recien habia partido llevandose mi corazón, Valentina me observo largamente como entendiedo mi urgencia y preocupación, despues de limarse un par de uñas accedio a revisar su pequeña bitacora, raro pero ella no sabía a donde se fue el autobús blanco de grandes letras rojas. Pero le dije, "querida hermanita, por favor no seas chocante y dime el dato que os estoy solicitando"
Despues de pensarlo murmuro "Cuautla" presuroso cruce la calle compre un boleto en la moderna terminal de la otra linea en primera clase hacia Cuautla; en el camino rebasamos el cacharro blanco y para cuando Teresa bajo en Cuautla la esperaba con un gran ramo de flores, chocolates, un mariachi y una gran disculpa por ser tan sonso, teresa sonrio, me dijo "tonto, no lo vuelvas a hacer"
Desde entonces no olvido ningún 14 de febrero y agradesco que existan servicios de primera clse expressos que son capaces de rebasar las cosas blancas con letras rojas.