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Paricutín, después de la furia del volcán

Hace 68 años la marea de lava y las cenizas atrapaban árboles y casas. Todo fue transformado en rocas que lapidaron a dos pueblos, Paricutín y San Juan Viejo Parangaricutiro. 
"Que se sepa, este es el único volcán que un ser humano ha tenido oportunidad de ver nacer", asegura Felipe, quien siendo apenas un niño, su abuelo le decía que el fin del mundo estaba por suceder. 
Fue un 20 de febrero de 1943. Dicen que fue una sacudida horrible, se abrió la tierra y un estallido provocó que las piedras volaran. 
El volcán siguió en actividad por nueve años más; la lava recorrió 10 kilómetros. No hubo víctimas, todos pudieron salir a tiempo, pero el pueblo de Paricutín desapareció por completo. 
De San Juan Viejo Parangaricutiro sólo quedó la torre izquierda y el altar de su iglesia, actualmente el principal atractivo de la zona. 
De leyendas 
En la entrada del Centro Turístico de Angahuan el mirador ofrece la primera panorámica del Paricutín. Todo está rodeado por árboles de pino y encino. 
Felipe, purépecha y guía certificado, cuenta que para que salieran flores y árboles la tierra tardó 33 años en recuperarse. También la fauna regresó a este monte. Ahora se pueden ver coyotes y hasta venados. 
Para visitar las ruinas de la iglesia de San Juan Viejo Parangaricutiro se puede ir a pie o a caballo. Las cenizas hace estragos. 
No llega la primavera y el calor quema si uno está quieto. Este recorrido sólo se puede hacer con guías ya que hay muchas veredas por donde el viajero puede desviarse. 
Mientras se baja por laderas hacia el inicio del cementerio de rocas, Felipe cuenta la leyenda que más le gusta, la de los purépechas: un sacerdote les regaló una cruz a los habitantes de San Juan, misma que fue colocada en el cerro, justo en medio de los dos pueblos. Al verla, los habitantes de Paricutín creyeron que lo hacían para poner límites a la tierra, cuando esta región no le pertenecía ni a San Juan Viejo Parangaricutiro ni a ellos, puesto que era de todos. A causa de esto, se tiene la creencia de que se desató una maldición: la tierra estalló y nació un volcán que destruyó a ambos pueblos. 
Eso también es parte de la magia del sitio que da la sensación de suspenso, de una emoción contenida. 
Piedra sobre piedra 
Tras 35 minutos ahora se camina sobre enormes rocas filosas, como recién pulidas, de más de cinco metros de altura. 
"Esta era una calle y aquí se puede ver una pared que sobrevivió a la lava, quizá era de una casa", añade Felipe. 
Desde aquí ya se ve la cúpula de la torre de la iglesia de San Juan. 
Felipe aconseja ir por la orilla del camino. La caminata por el centro es una trampa de ceniza removida por el trote de su caballo. 
"Este es el camino de Dios", dice sobre la que fue la ruta natural de la lava que termina justo en el altar de la iglesia, donde se detuvo, como un milagro, ante la imagen de Cristo, ahora rebautizado como el Cristo de los Milagros. 
Antes de subir por las rocas volcánicas en escarpado y mirar de cerca la torre, un tianguis de antojitos mexicanos aparece como un espejismo, además de los puestos de artesanías con venta "del recuerdo del volcán", como piedritas talladas con figuras purépechas. 
Cerca, otro grupo escucha atento la explicación de un guía que les dice que los purépechas pensaban que aquel montículo de tierra, todavía con olor a azufre, era la joroba del diablo. 
Escuchar al viento pasar entre la lava petrificada ayuda a imaginar lo que ocurrió aquel 1943. Aquí fue donde el pintor Dr. Atl se inspiró para dibujar muchos cuadros. Su cabaña donde vivió está en Patzingo, a una hora de distancia. 
Se puede subir hasta la cima del volcán, pero el privilegio sólo es para quienes tienen buena condición física. Deben madrugar porque el camino es de tres horas aproximadamente. 
Esta es la mejor temporada del año para visitar las ruinas. De mayo a octubre no es muy recomendable porque llueve. 
Pero no sólo existe el Paricutín. Hay más de 2 mil viejos volcanes. Y en cualquier momento puede nacer otro. 

GUÍA DEL VIAJERO 
* Cómo llegar: desde la ciudad de México hasta Uruapan vía ETN. Viaje redondo desde mil 10 pesos por persona. Tiempo de recorrido, cinco horas. www.etn.com.mx 
* Dónde dormir: Hotel Mansión del Cupatitzio. Habitaciones de estilo colonial. Paquetes de fin de semana con desayuno americano o buffet para dos adultos. Propinas e Impuestos. Desde mil 595 pesos por noche. www.mansiondelcupatitzio.com 
* Quién te lleva: Centro Turístico de Angahuan. Reserva al (452) 523 3934. Además del tour hasta las ruinas del volcán, tienen cabañas con tarifas de 600 pesos por noche para seis personas. Caminatas con guía: 50 pesos por persona. 
* Dónde comer: Restaurante Paulita. Portal Melchor Ocampo 17, Barrio de Santiago, San Juan Parangaricutiro. Abre de 8:00 a 19:00 horas, todos los días. Pide el tradicional churipo, un tipo de menudo. Gasto promedio: 80 pesos. 
* En línea: www.uruapan.gob.mx/uruapan/turismo.html 


Herencia purépecha 
Tiene 57 años. Juanita Bravo ya no se acuerda cuándo aprendió a cocinar, sólo la vez que su abuela le pidió que fuera a buscar el nixtamal al molino para hacer las gorditas. 
Su especialidad son las atapacuas, con ellas ha ganado varias veces el primer lugar en el Encuentro de Cocina Tradicional que se hace cada año en Uruapan, Michoacán. 
Las atapacuas son un caldo que se hace de verduras o carne y se mezcla con masa de maíz. 
Juanita tiene pocos años que aprendió a hablar español. Estudió con más ánimo cuando supo que había sido elegida embajadora de México para viajar a París y cocinarles a los representantes de la UNESCO en 2009. Gracias a este primer intento, la gastronomía ya es reconocida como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad. 
Juanita pronto tendrá su restaurante. Estará ubicado antes de subir al centro turístico de Angahuan. Su menú tendrá sólo platillos de la cocina tradicional michoacana. Una comida como la de hoy cuesta 50 pesos por persona. 

OPCIÓN 
Antes de regresar a Uruapan, visite el pueblo de Zacán y conozca la huatapera ("lugar de reunión" en purépecha), la de la Inmaculada Concepción de María. 
Las huataperas son capillas que se caracterizan por tener artesones, estructuras de madera que se colocan separadas del techo y están policromadas con temas religiosos. El de esta capilla, que data de 1857, muestra las etapas del Rosario. Las pinturas son obra de indígenas purépechas que combinaron símbolos de su sincretismo, como el de pintarle listones rojos a la Virgen María para señalar su embarazo.
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