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Comitan de las Flores, Chiapas

Es obligado saber que esta bella ciudad fue fundada en el siglo XVI por Pedro Portocarrero, y que bien podría haber sido, hasta nuestros días, la capital del estado. Aunque la historia y el curso del tiempo le quitaron a Comitán ese privilegio, lo cierto es que acumuló otros galardones gracias a una serie de hechos emparentados con aquello que Alejo Carpentier llamó lo real maravilloso.

Y es que las calles y casas de Comitán atesoran miles de historias que han quedado atrapadas entre sus patios y muros. Cada uno de los acontecimientos fueron transformando su identidad, una identidad que había conservado por muchos años los aires del mundo guatemalteco. Conventos y haciendas establecidos por los religiosos le dieron a la región, conocida también como La Frailesca de Comitán, el impulso necesario para convertirse en un centro agropecuario de gran importancia.

Fue así que al iniciarse el siglo XIX, Comitán era una ciudad en la que ya tenían lugar fiestas y tertulias animadas por la música de los pianos que la gente presumía a sus escasos visitantes. Todavía hoy la ciudad recuerda, como ocurre en aquellos lugares que hacen de la memoria una devoción, la primera vez que rodó sobre sus calles un automóvil; el día que los comitecos disfrutaron de la magia del cinematógrafo asistiendo a la primera gran gala de cine, y la llegada de exploradores, biólogos, arqueólogos, entre los que se cuentan hombres tan distinguidos como Frans Blom y Oliver la Farge, quienes vinieron atraídos por la cultura de los mayas. Fue en esta ciudad, cuya estampa nos hace pensar en un tiempo que transcurre en los patios, en los cuartos y en las cocinas de las casas, atrapado para siempre por la ausencia de relojes inquietos, donde vivió sus años de infancia Rosario Castellanos, y donde se nutrió de la prosa y de los versos macerados con las voces de la ciudad y las comidas del campo, con los compases de la música interpretada al piano y con la presencia festiva de orquestas, poetas y actores que al terminar la primera mitad del siglo presenciaron el arribo de las primeras brigadas de constructores que hicieron posible la Carretera Panamericana, símbolo del encuentro con la modernidad. Comitán esperaría hasta 1959 para tener su primera línea telefónica, y hasta 1963, en plena efervescencia del rock and roll, su primera estación de radio.

Por todo esto y más, al llegar hoy a Comitán, aún los que no conocen su historia se dan cuenta de que en esas calles, en esas casas, en sus patios y jardines, todavía hoy está presente el aire inconfundible que le viene de aquellos días.
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