Sígueme en Blogger Sígueme en Facebook Sígueme en Instagram Sígueme en Twitter Sígueme en Youtube Sígueme en Telegram Sígueme en Tik Tok

Izamal

Yucatán,  México (10 octubre 2010).- Apenas amanece, pero los muros de los conventos y de las antiguas casonas brillan con luz propia. Izamal no necesita los rayos del sol para teñirse de amarillo cálido.

Sabemos que hemos llegado, después de recorrer unos 70 kilómetros desde Mérida, cuando un sinfín de callejones empedrados nos obliga a serpentear hacia el centro de la ciudad hasta encontrarnos de frente con el ex Convento de San Antonio de Padua, cuyo atrio de amarillo intenso presume ser el más grande de América.

La presencia maya se siente en esta ostentosa construcción católica del siglo 16, debe ser porque fue edificada sobre el centro ceremonial Pap Hol Chac y porque cada una de las piedras que lo constituyen provienen de antiguas pirámides. Con ellas también se erigieron muchas de las casonas de su minúsculo centro histórico.

Imaginamos la vida que transcurre detrás de esos portones de madera, las historias que se tejen entre el centenar de vestigios arqueológicos, de los cuales sólo un par están abiertos al público, y nos dejamos envolver por la melodía de la lengua maya que se alcanza a escuchar en conversaciones ajenas.

"En este lugar, la cultura maya no es un teatro que se monta para los turistas; aquí, el viajero se convierte en un intruso en la vida cotidiana de esta comunidad que lleva sangre maya corriendo por sus venas", dice Guillermo Pruneda, el director de Catherwood Travels, reforzando nuestra primera impresión sobre el encanto auténtico de la ciudad más antigua de Yucatán.

Nuestras expectativas son altas, y se cumplen una a una. Descubrimos los recovecos de Izamal de la mano de los guías especializados de Catherwood Travels, una agencia que ofrece itinerarios personalizados por los rincones más privilegiados de la península.

Entramos a casonas antiguas que hace un par de años fueron remozadas para convertirse en íntimos lugares de descanso. Algunas de ellas incluso resguardan pirámides ancestrales en su patio; nada raro en este Pueblo Mágico donde nos topamos con vestigios mayas casi en cualquier esquina a donde dirijamos la mirada.

Respiramos el amarillo que colorea el horizonte. Conocemos los rostros detrás de las artesanías en madera, textiles y semillas que se exponen en el Centro Cultural y Artesanal. Izamal nos cuenta su propia historia en palabras de su gente, herederos de la tradición maya dispuestos a compartir su legado con aquellos que se detengan a escuchar.
Sígueme en Blogger Sígueme en Facebook Sígueme en Instagram Sígueme en Twitter Sígueme en Youtube