Cubículo Estratégico
Carlos Mota
El capitalismo de libre mercado es maravilloso; y su mano invisible, sabia. El 30 de agosto escribí en estas páginas:
“La desaparición de Mexicana en realidad no es tan grave, porque muchas de esas aerolíneas siguen operando y lo han hecho con solidez y prontitud. Los casos más evidentes son Interjet y Volaris, que crearon el efecto sustitución más robusto”. Concluí: “El trago es doloroso para pasajeros y empleados, pero si la quiebra ocurre, en unos meses el dolor habrá pasado y tendremos una mejor industria aeronáutica.”
Se me fueron a la yugular decenas de individuos: que si era yo un insensible; que si se iban a perder no sé cuántos empleos; que tenía que hacerse algo rápidamente para rescatarla; que no podían creer que hubiera frialdad en mi argumento. Muchos me insultaron y abrumaron.
Pero lo cierto es que el capitalismo está probando, una vez más, que cuando funcionan adecuadamente sus fundamentos, la solución aparece rápido.
Las pruebas: Volaris anunció antier que abre ocho rutas entre el aeropuerto de la Ciudad de México y lugares como Cancún, Guadalajara o Los Cabos. Muchas de estas rutas eran servidas por Mexicana; o sea que efectivamente el dolor pasó rápido y los viajeros podrán acudir a otro mostrador a comprar el boleto que los lleve a su destino. Ahora lo harán con una línea que maneja mejor sus costos.
Volaris no es la única. En las últimas semanas también Interjet, Aeroméxico y VivAerobús han anunciado la apertura de nuevas rutas.
Dije en estas páginas que sólo aquel que tenía interés particular en el tema podía decir que era una tragedia la desaparición de Mexicana. Pero a los demás, a los usuarios sobre todo, les da igual. El viajero comprará ahora sus traslados, sin mayor problema, en una empresa de otra marca. El consumidor no perderá, pues, su privilegio para viajar y elegir entre varios competidores.
Los mexicanos apenas estamos empezando a aprender las primeras lecciones de capitalismo. Por eso hay tanto individuo que aún vive en la confusión. Pero la lección será veloz: más pronto que tarde aquellos que se rasgaban hace días las vestiduras comprarán como consumidores productos y servicios en las empresas que triunfan. Así debe ser.
“La desaparición de Mexicana en realidad no es tan grave, porque muchas de esas aerolíneas siguen operando y lo han hecho con solidez y prontitud. Los casos más evidentes son Interjet y Volaris, que crearon el efecto sustitución más robusto”. Concluí: “El trago es doloroso para pasajeros y empleados, pero si la quiebra ocurre, en unos meses el dolor habrá pasado y tendremos una mejor industria aeronáutica.”
Se me fueron a la yugular decenas de individuos: que si era yo un insensible; que si se iban a perder no sé cuántos empleos; que tenía que hacerse algo rápidamente para rescatarla; que no podían creer que hubiera frialdad en mi argumento. Muchos me insultaron y abrumaron.
Pero lo cierto es que el capitalismo está probando, una vez más, que cuando funcionan adecuadamente sus fundamentos, la solución aparece rápido.
Las pruebas: Volaris anunció antier que abre ocho rutas entre el aeropuerto de la Ciudad de México y lugares como Cancún, Guadalajara o Los Cabos. Muchas de estas rutas eran servidas por Mexicana; o sea que efectivamente el dolor pasó rápido y los viajeros podrán acudir a otro mostrador a comprar el boleto que los lleve a su destino. Ahora lo harán con una línea que maneja mejor sus costos.
Volaris no es la única. En las últimas semanas también Interjet, Aeroméxico y VivAerobús han anunciado la apertura de nuevas rutas.
Dije en estas páginas que sólo aquel que tenía interés particular en el tema podía decir que era una tragedia la desaparición de Mexicana. Pero a los demás, a los usuarios sobre todo, les da igual. El viajero comprará ahora sus traslados, sin mayor problema, en una empresa de otra marca. El consumidor no perderá, pues, su privilegio para viajar y elegir entre varios competidores.
Los mexicanos apenas estamos empezando a aprender las primeras lecciones de capitalismo. Por eso hay tanto individuo que aún vive en la confusión. Pero la lección será veloz: más pronto que tarde aquellos que se rasgaban hace días las vestiduras comprarán como consumidores productos y servicios en las empresas que triunfan. Así debe ser.