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Una debida respuesta a Aeromexico

DEL MILENIO


Interludio

Román Revueltas Retes

  • 2010-07-29•Al Frente

Recibí una carta muy amable de la gente de Aeromexico y tengo también un mensaje de ellos en el celular que debo todavía responder. Y es que utilicé descaradamente alguna de mis columnas de los domingos —donde se supone que hablo exclusivamente de temas serios y de interés universal— para despotricar porque no logré, luego de una mañana entera, arreglarle por teléfono el cambio de un billete de avión a mi hija favorita. La mocosa me llamó a las nueve de la mañana desde el aeropuerto del DeFectuoso para avisarme que nadie sabía nada de su viaje México-Aguascalientes. Y, en efecto, se me había enredado a mí la cabecita durante la compra en la Internet: adquirí un boleto en la dirección contraria. Traté, pues, de resolver el problema a control remoto pero —entre que una empleada me dijo que tenía que ir a una oficina de boletos, que la antedicha oficina estaba cerrada, que volví a casa y que llamé de nuevo, que esperé en la línea hasta 20 minutos, que fui transferido a otra persona, que la otra persona me dijo que tenía yo que ir al aeropuerto (¿a cuál, al de México, donde estaba Sofía, o al de Aguascalientes, donde me encontraba yo y que, con perdón, queda a 30 kilómetros de mi casa mía de mí), que volví a ser transferido al servicio de “Atención a Clientes” porque comenzaba yo a comportarme como un loco furioso y que, de nuevo, tuve que esperar algo así como diez o 15 minutos (que, en ese estado de extrema irritación me parecieron una eternidad) y que le expliqué todo el asunto por enésima vez a una nueva persona que, naturalmente, no tenía por qué estar al corriente del tema— entre una cosa y la otra, estoicos lectores, resultó que el tiempo había trascurrido, como ocurre siempre y fatalmente en todos los espacios del universo, y que ya no podía comprarle siquiera otro billete a mi heredera (el del vuelo de las 12:50) porque se necesitan dos horas de anticipación, por lo menos, para hacerlo por vía telefónica. Finalmente, partió a las 16:30 y, digo, no pudo ella misma irse de allí por su cuenta, antes, porque los chavales no suelen llevar mucho dinero en el bolsillo y todavía no manejan ni la Visa, ni la Master Card ni mucho menos la American Express, benditas sean las tarjetas de crédito.

Hasta aquí la pequeña historia. Ahora bien, entiendo que fue un inusual rosario de malentendidos y pienso, incluso, que tal vez yo mismo no me expresé con la necesaria claridad como para que la primera persona que me atendió me hubiera dado la información correcta. Debo, sin embargo, reconocer que en todo momento me trataron con una extrema cortesía. Y también decir, de paso, que el servicio telefónico —más allá de que se puedan tardar mucho en contestarte— es, en general, incomparablemente mejor que el de la otra gran línea competidora —no digo nombres, ya basta de denuncias frívolas— donde, la vez pasada, le colgué simplemente el teléfono a una tipa de una insolencia inaudita. Pues eso, y gracias por darle seguimiento a mis quejas, Aeromexico.

revueltas@mac.com
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