Gerardo Ruiz Esparza tendría que responder por una infamia mayor que la muerte de dos personas caídas con su vehículo en el socavón del Paso Exprés de Cuernavaca. El secretario de Comunicaciones y Transportes ha sido omiso, en el mejor de los casos, en la atención de un tema que provoca más de seis mil muertes al año: ha bloqueado en el Congreso diversas iniciativas para prohibir, o al menos regular estrictamente, la circulación de los llamados tracto camiones de doble remolque por las carreteras mexicanas.
Hay que decirlo: Ruiz Esparza ha protegido intereses multimillonarios de los empresarios transportistas a costa de la seguridad de miles de viajeros, todos los días. Ese tipo de unidades, cuyo uso está vedado en muchos países del mundo por su alta peligrosidad, están involucrados en seis de cada 10 choques del transporte de carga, según datos del INEGI. Hay que tener presente que en el país existen al menos 450 mil unidades de transporte de carga, de las cuales entre el siete y el ocho por ciento son camiones de doble remolque. Es decir, unos 35 mil.
Y pasan los meses y los años sin que se modifique esta situación trágica, a la que me referí en este espacio hace casi un año, en septiembre del año pasado. Una indolencia criminal. Reiterados intentos de legislar en esa materia se han visto entorpecidos desde entonces, precisamente, por las propias autoridades federales encargadas supuestamente de velar por la seguridad en las carreteras del país, como lo han denunciado diputados y senadores no sólo de los partidos de oposición, sino del propio PRI.
Hace apenas tres semanas, la senadora priista por Jalisco Verónica Martínez Espinoza reconoció que ante la falta de voluntad para legislar a fin de prohibir o al menos regular la circulación de los camiones “doble remolque” es necesario que se establezcan medidas severas, aplicables y de prevención para evitar que estos vehículos sigan convirtiéndose en “ataúdes rodantes”.
Dijo que expertos en la materia y la Confederación Nacional de Transportistas Mexicanos (Conatram), han destacado que la incidencia de accidentes se debe al exceso de carga, la dimensión de esas unidades y la velocidad excesiva con que circulan, así como la permisividad de la SCT para que transiten por vías poco adecuadas y el poco control en materia de pesos y medidas de esos vehículos, así como de las condiciones mecánicas. De acuerdo con estadísticas de la propia Conatram, los camiones “doble remolque” provocan cada día entre dos y tres accidentes.
“Hay más de seis mil personas fallecidas, decenas de miles de heridos y daños materiales de entre seis mil y siete mil millones de pesos al año”, gritó casi la legisladora, desesperada.
Más allá del debate sobre los costos económicos, visiones catastrofistas de desabasto de alimentos o combustibles, así como afectaciones que tendrían diversas empresas al prohibirse los doble remolques en México, es necesario y urgente, ante la ausencia de voluntad para legislar este tema, que por lo menos se establezcan medidas severas, aplicables, verificables, de la forma en que están circulando estos vehículos que se han convertido en verdaderos asesinos rodantes. Todos los días nos enteramos por los medios de accidentes fatales en los que están involucrados ese tipo de tráiler. Todos los días.
El Instituto Mexicano del Transporte reporta por su parte que de 30 mil accidentes anuales, el tracto camión doblemente articulado participa en tres por ciento de los casos, genera 2.2 por ciento de fatalidades y 1.6 por ciento del total de lesionados. Es decir, ese tipo de vehículos provoca cada año la muerte de no menos de seis mil 600 mexicanos y deja lesiones a otros cuatro mil 800. Muchos de ellos quedan incapacitados de por vida.
Las cifras del drama no parecen conmover sin embargo al titular de la SCT, severamente cuestionado en estos días por el hundimiento del recién inaugurado y costosísimo libramiento de Cuernavaca, ni a sus subordinados directamente responsables del autotransporte federal. En varias ocasiones ha sido inútilmente emplazado a dar una respuesta cabal y definitiva al problema, pero invariablemente ha escapado con el argumento de que se está haciendo un estudio detenido del tema y que la SCT acatará modificaciones legislativas… cuando las haya. Invariablemente también, ha hablado de reforzar la vigilancia de las autoridades en las carreteras nacionales para obligar a los transportistas a cumplir a cabalidad con las normas y reglamentos vigentes. Y las estadísticas de accidentes, muertes y pérdidas materiales siguen en aumento.
La Tercera Comisión de la Comisión Permanente aprobó el mes pasado solicitar a la Secretaría de Comunicaciones y Transportes presentar en 45 días, que se cumplen ya, un informe sobre el desempeño, riesgos y viabilidad de funcionamiento del sistema de tracción del segundo remolque que utilizan los llamados “tracto camiones de doble remolque”. Hasta ahora no se conoce informe alguno.
En el Senado de la República existen diversas iniciativas para normar la circulación de esos vehículos. Entre ellas destaca una que propone reformar la Ley de Caminos, Puentes y Autotransporte Federal, para sentar las bases que permitan disminuir al máximo el riesgo que representan para la población. Y en la Cámara de Diputados se han presentado ¡siete iniciativas!, todas pendientes de dictaminar, que plantean modificaciones a la ley con la finalidad de regular este tipo de transportes e incluso prohibir de manera definitiva su circulación.
No parece casual que ninguna de esas iniciativas prospere, mientras la inacción del gobierno sobre el tema es no sólo evidente, sino sospechosa. Éste es un socavón sin fondo. Nada avanza, nada pasa, mientras Ruiz Esparza se hace como el que no oye. Seguramente está convencido de que no es el momento –como no lo ha sido en años— de molestar al poderoso gremio de los transportistas en vísperas de un proceso electoral tan peculiar como el que está por iniciarse. No vaya a ser que nos paren el país.
Fuente Sin Embargo