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10 cosas que NO extrañaremos de los microbuses en la Ciudad de México


Los Microbuses son a la Ciudad de México como el aire a los humanos; nunca dejaremos realmente de verlos circular. la absurda declaración del señor Mancera va en dirección de crear pulpos camioneros, es decir, pretende acabar con el hombre-camión y generar empresas transportistas urbanas, tal como el metrobus. Pero en ningún lado ha hablado del tamaño o características de las unidades, lo que nos garantiza la continuidad de los microbuses por mucho tiempo.

Rutas como la 11 ya cuentan con personas que ostentan varias concesiones y si han modernizado su flota, pasaron de microbuses a camiones tipo boxer; operados por los mismos microbuseros y con las mismas costumbres.

Hay personas que ilusamente piensan que se iran y el mundo estará lleno de unidades de piso bajo operados por conductores ingleses.

Ellos van a extrañar diez cosas, pero les decimos, esas diez cosas seguirán sucediendo por toda la eternidad:


1. Ir colgado de las puertas cuando está retacado

Esperas pacientemente a que pase tu camión. A lo lejos ves el cartel del color que te llevará a tu destino. Al acercarse, te percatas que viene completamente lleno. Ni modo, toca colgarse como puedas del tubo que está afuera. Una practica común como carente de sentido. Es mejor esperar la siguiente unidad a arriesgar la vida. Esta actividad es tan absurda que hasta señoras con bebes en brazos lo practican. ¿Tan urgente es ir por la leche que exponen sus vidas? Créanos, en la actualidad en la Ciudad de México los microbuses pasan máximo cada cinco minutos.


2. Los agujeros del suelo

El pésimo mantenimiento, pero sobre todo, la deprimente calidad de las carrocerías usadas en los microbuses han hecho que estos se vayan partiendo por el sobrepeso, se oxiden y corroan; el propietario tiene que ahorrar y omite las reparaciones o cambios de unidad. Los agujeros del piso son peligrosos en extremo, no solo por las cosas perdidas, ese agujero se puede extender en cualquier momento sin previo aviso. Se supone que ahora van a pedir unidades en buenas condiciones para los corredores urbanos; pero muchos transportistas ven a Dina, Catosa y similares con buenos ojos por baratas.

3. Los asientos para liliputienses

Si vas a comprar un autobús urbano eres libre de escoger los interiores, obviamente los microbuseros prefieren un mayor número de asientos para garantizar mayores ganancias; y si el carrocero no les da la opción ellos confeccionan sus propios y ridículos asientos. Es obvio que carecen de cualquier educación en ergonomia. Aquí también es parte culpa de los pasajeros, que piensan que son victimas del chófer y se acomodan como pueden en las butacas. ¿que hacer? permanecer de pie, estorbando. Así se le llena su unidad y le sale contraproducente. En entrevista algunos carroceros dicen que existe una norma del GDF sobre asientos, de ahí la ridícula disposición del metrobus; pero al igual que otros aspectos cuando llevan las unidades a revista la cuota permanece, cien pesos por cada detalle que no pase.
La otra mala noticia es que con el cambio las probabilidades de que terminen los asientos para liliputenses son ínfimas, armadoras como Vehículos Funcionales ofrecen estos asientos microscópicos superpegados en sus unidades.


4. Peor aún: los asientos que van encima de las llantas

Este punto es casi el mismo que el anterior, es imposible que un autobús o microbus funcione sin neumaticos, y a menos que sea un foráneo con piso alto las salpicaderas siempre existirán; una vez más la nula aplicación del sentido común hacen que haya asientos mal colocados en estas partes; lo más loco, hay personas que insisten en ir sentadas en esos lugares tan extraños. A menos que los corredores se renueven con Ayco, Marcopolo o unidades de piso bajo, estos inconvenientes seguirán existiendo.


5. El chofer ligador

Un chofer acompañado por su morra es común, ella sentada en el motor del camioncito y el platicando mientras pone la mínima atención a su trabajo, pero se siente el rey del mundo por llevar en sus manos las vidas de los pasajeros. Completa estupidez, increíble irresponsabilidad y nulo aprecio por su trabajo. En los corredores existentes ya no hemos visto esta practica, pero nada nos garantiza que las féminas desaparescan de esas partes de las unidades, si hasta en el metro existen cacharpas.

6. El micro descompuesto

A todo mundo le pasa y hasta en las mejores empresas hay unidades que se quedan tiradas. En los microbuses es más común por el escaso mantenimiento que reciben. Nuevamente nada nos garantiza que con el nuevo modelo todo funcionara el cien por ciento. No olvidemos el reciente y flamante Dina Brighter que se incendio en el metrobus mientras daba servicio.

7. El timbre que no funciona

Muchas personas no anticipan su parada, y súmele las fallas del timbre; bronca segura con el irresponsable chofer que no verifica el estado de su unidad antes de salir a trabajar. Una vez más, esto no va a desaparecer, ni la gente tendrá cultura de anticiparse ni las unidades estarán libres de fallas.

8. La cubeta de agua 

Por alguna extraña razón, siempre hay cubetas de agua en la puerta trasera, la mayor parte del tiempo llenas y obviamente tirandose con el movimiento. En un corredor no tendrían razón de ser, en teoría. Estas cubetas a veces van acompañadas de trapeadores y otros artilugios.


9. Los tubos mal colocados

Una vez mas, la improvisación de las carroceras y la inventiva de los microbuseros han hecho que los tubos para mantenerte seguro en el trayecto sean de lo más extraño, o muy altos, o muy bajos, inexistentes, a medias, en lugares extraños y demás cosas que solo pueden existir en una realidad bizarra. 



10. Las ventanas que nunca se abren/cierran

Ventanas clausuradas, inexistentes, selladas o con seguros imposibles de descifrar. Lo barato que busca el microbusero impide que adquiera unidades pensadas con inteligencia. Todo mundo sufre en el calor y en la lluvia, y más porque una vez mas, los pasajeros brillan por su falta de sentido común.


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